jueves, 3 de febrero de 2011

El laboratorio Cap.3


Las palabras de la profesora cayeron con un eco estremecedor sobre la cabeza de Dora y el miedo se abalanzó fríamente sobre ella. Un terrible sentimiento de cruel desamparo invadió a la joven que temblaba de pies a cabeza. Su frágil existencia se veía ahora expuesta a algo terrible, algo carente de explicación y de sentido. Su querido amigo Diábolo, el joven con el que creció, con el que disfrutó de innumerables juegos infantiles y con el que se adentró de lleno en un mundo de emociones juveniles, había desaparecido de pronto sin dejar ni rastro. Sabía que el anhelo que ahora serpenteaba por su piel como un suave cosquilleo no tardaría en desaparecer y en su lugar afloraría una profunda tristeza. Todo era muy extraño pero estaba segura de que los chicos no se habían Escapado sin más y averiguaría lo sucedido le costase lo que le costase.
El timbre de salida sonó al fin y los jóvenes ansiosos por salir abandonaron las clases rápidamente invadiendo los hasta entonces tranquilos y solitarios pasillos. Dora recogió sus cosas con sumo orden y cuidado y se dirigió a la salida, cuando de pronto escuchó una alarmante voz que la llamaba. La joven se dio la vuelta rápidamente y observó que su amiga Cris la estaba llamando desde el otro extremo de la clase. Dora se detuvo a esperarla mientras colocaba una silla que alguien había dejado en medio del pasillo. Cris se acercó lentamente como esperando a que la clase se quedase vacía y una vez se quedaron solas se dirigió a ella diciendo:
- No pudieron escaparse así por las buenas. No es propio de ellos.
- Lo se. Respondió Dora algo molesta.
- ¡Sabes lo que creo! Exclamó Cris con un brillo de extraña seguridad en sus ojos.
- ¿Qué? Preguntó Dora sintiéndose algo acosada.

- ¿Te acuerdas de aquellas historias que nos contaban cuando éramos niños? Respondió Cris con otra pregunta.
- ¡Las de las desapariciones! Exclamó Dora cada vez más nerviosa. - No puede ser, no eran más que historias que nos contaban para que no rondásemos el viejo laboratorio. Sólo eran cuentos… cuentos para niños ¿verdad?
- No lo se. Respondió su amiga algo desconcertada.
Dora se dio la vuelta despacio y aunque su amiga la llamó insistentemente, hizo caso omiso de sus gritos y comenzó a caminar sin rumbo alguno. Toda aquella historia adquiría ahora un tinte si cabe más oscuro; el final se mostraba opaco y el camino se volvía angosto constriñendo aún más los ya rígidos movimientos de nuestra amiga. Las palabras “el viejo laboratorio” retumbaban sobre su cabeza como lo habían hecho poco antes las palabras de su profesora la señora Queen.
El viejo laboratorio era una siniestra construcción situada en la cima de la colina. Las gentes de la ciudad contaban historias terribles sobre jóvenes que eran raptados durante largos apagones nocturnos y llevados posteriormente a ese siniestro lugar del que ya nunca saldrían. Fuese como fuese aquel viejo edificio infundía un profundo respeto y nadie osaba acercarse a él.
Dora pasó toda la tarde encerrada en su habitación pensando en lo sucedido y esperando una llamada de su amigo. Pero el tiempo transcurría implacablemente y todo seguía igual, Diábolo seguía sin aparecer y su ánimo decaía a pasos agigantados. Ninguna noticia llegó esa tarde a su casa y Dora harta de esperar y esperar, harta de verse a si misma indefensa ante la terrible tristeza de la que era víctima, se hizo una heroica proclama. Ella misma averiguaría lo sucedido. La decisión estaba tomada y era irrevocable; durante la noche, cuando todos durmieran, subiría al viejo laboratorio a buscar a su amigo.

2 comentarios:

La Dame Masquée dijo...

Yo en su lugar no iría sola. Me parece que está en el buen camino, y eso es peligroso.

Buenas noches, monsieur

Bisous

Sir John Carrington dijo...

Gracias Dama de Masquée por comentar. Y si, si va por el buen camino que puede llegar a ser el mal camino para ella. Un saludo.